martes, 23 de agosto de 2011

Algo que aprendí.

Me leí el libro que inspiró la película " Comer, rezar, amar" de Elizabeth Gilbert.

Y me sentí tan identificada con tantas cosas que ella pasó durante este proceso de sanación...como por ejemplo cuando decía: " Sólo puedo decir como estoy en este momento: contenta de estar sola." Yo he decidido estar sola y ha aprender a relacionarme con mi soledad, a sentarme a su lado por una vez en mi vida y a darle la bienvenida a esta experiencia humana...

Al cambio: " Nos conformamos con vivir infelices porque nos da miedo el cambio, y de que todo quede reducido a ruinas, pero al contemplar ese sitio, el caos que ha soportado, la forma en que ha sido adaptado....a lo mejor mi vida no ha sido tan caótica y es el mundo el que lo es, y el único engaño es intentar aferrarse a ella a toda costa. Las ruinas son un regalo, las ruinas son un camino a las transformación, debemos estar preparados para infinitas oleadas de transformación".

A la transformación: " Al final, he llegado a creer en algo que yo llamo la física de la búsqueda. Una fuerza de la naturaleza que se rige por leyes tan reales como la ley de la gravedad. La regla de la física de la búsqueda viene a decir algo así: ' Si tienes el valor de dejar atrás todo lo que te protege y te consuele, lo cual puede ser desde tu casa, hasta viejos rencores y embarcarte en un viaje en busca de la verdad, y hacia el interior o el exterior, y si estas dispuesto a que todo lo que pase en ese viaje te ilumine. Y a que todo el que encuentres en el camino te enseñe algo, y si estas preparado sobre todo a afrontar y a perdonar algunas de las realidades muy duras de ti mismo, entonces la verdad no te será negada'. No puedo evitar creer en ello, después de ello..."

Me encantó la película y el libro aún más...y cosas así me han servido para darme cuenta que el verdadero combate espiritual, por el contrario, mas  que una búsqueda de una invencibilidad y de una infalibilidad absoluta fuera de nuestro alcance, consiste principalmente, en aprender a aceptar nuestras faltas ocasionales, sin descorazonarnos por ello, en no perder la paz de nuestro corazón cuando caemos, en no entristecernos excesivamente por nuestros defectos y en saber aprovechar nuestras caídas como trampolín para subir más alto!

Desde mi corazón.

Anamaria




No hay comentarios:

Publicar un comentario